12 de enero de 2006


Carta de apoyo enviada por un Chorero Viejo.



Vamos al otro lado del río el sábado, nos bañamos, sacamos tacas y machas y llevamos para la casa, tres pulgadas de diámetro las tacas, ocho centímetros de largo las machas y antes de aquello los choros, eso sí que eran choros no como los de ahora, y cuando se baraba la pescada, cardúmenes plateados pataleando originaban burbujas salobres, cuya efervecenecia besaba cariñosa el aura etérea de la hermosa playa de la Isla de los Reyes o Isla Rocuant. A cincuenta metros de ella dos casinos cuyo piso era tablones de 2" x 10" de tres metros veinte, ese era el tipo de madera que cubría la superficie de arena destinada a pista de baile, un mesón donde refrigeraban las gargantas los bailarines con pilsener, malta, Bilz, y Papaya y para ahumar las amigdalas se vendía: Ideal, Particular, Premier, Monarch, Cabañas, Liberty, Camel o Captan en tarro para el más in. Las paredes y los techos cubiertos con ramas, cuatro a seis mesas con cuatro sillas cada una y sábados y Domingos sendas orquestas succionaban del pentagrama armónicas notas de moda en aquellos veranos. "Bodeguero que sucede, por qué tan contento estás, yo creo que es consecuencia...." En traje de baño y descalzo las parejas danzaban al compás de los ritmos en boga, entre tanto la draga Lira las veinticuatro horas del día dragaba el Canal "El Morro", para que no se vararan los faluchos que como carretas tiradas por bueyes trasladaban para descargar desde el vientre de los barcos mercantes lo que en ellos llegaba a nuestro puerto. Aguas tibias, sin peligro los niños felices caminaban a treinta metros de la playa y el sutil oleaje acariciaba con sus tibios dedos burbujeantes a esa distancia, sólo hasta la rodilla, las antiguas familias de nuestro puerto, sé que darán fe de estos recuerdos de alegría en torno a esta playa. Por ello cuando me contaron que se trabajaba en un Proyecto para la recuperación de ella, esculpo en este papel mi compromiso de poner mis modestas capacidades al servicio de ustedes para ayudar a concretar tan magno proyecto. Un Chorero Viejo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Doy absoluta fè de los comentarios del viejo chorero.
De niño,mis padres nos llevaban de paseo a la isla Rocuant, la primera maravilla, era cruzar en bote un canal de aguas verdes traslucidas, donde se veìan pasar las lisas, luego las aguas tibias, muy bajas, que los padres se relajaban, jamàs nadie se ahogò, y al final nos llevabamos, nuestra cargas de almejas, para los esquisitos tallarines con salsa de almejas.
Hoy dà pena, pero esta iniciativa es maravillosa, y merece todo el apoyo de la poblaciòn.

Felicitaciones, y cuenten con toda nuestra colaboraciòn.

Un chorero de toda la vida.

Alberto